Flacidez facial: cómo prevenirla y tratarla

La flacidez es parte de un proceso natural; aparece por el estiramiento o la ruptura de las fibras elásticas y el colágeno, algo que se hace notorio a partir de los 40 años.
Aunque se la suele asociar a lo corporal, también se da en el rostro; allí, la ley de gravedad tiene sus lugares favoritos: pómulos, línea de la mandíbula y párpados.
La padecen hombres y mujeres; “en los hombre se forma en el tercio medio e inferior, en el ovalo facial, y también en el cuello porque la piel de esa zona es muy finita”, explica la doctora Velia Lemel, directora de Clínica Lemel.

Más vale prevenir que curar

Si bien cada organismo es diferente, suele hacerse visible a partir de la cuarta década de vida, y en las mujeres se acentúa al llegar la menopausia, dado que se produce una baja en la producción de estrógenos y esta hormona ayudan a producir colágeno y elastina.
“En Norteamérica se hacen tratamientos preventivos ya a los treinta años, pero en Argentina no tenemos esa cultura; sin embargo, cada vez que atiendo a un paciente se lo recomiendo, más si en su familia hay tendencia”, cuenta Lemel.
La mejor prevención es realizar tratamientos de radiofrecuencia y ultrasonido focalizado.

¿Y la gimnasia facial?

El yoga y la gimnasia facial se convirtieron en tendencia en materia de skincare estos últimos años; sin embargo, Lemel no considera que estas técnicas sean efectivas para el caso de la flacidez: “Puede fortalecer un poco los músculos, quizás, pero no la piel, ni tampoco actuar sobre la grasa que cae”, detalla.

La solución más eficiente

Tanto para prevenir como para actuar una vez que la flacidez está instalada, el tratamiento más efectivo es Ultherapy. Se trata del único procedimiento no invasivo aprobado por la FDA para el lograr firmeza en el rostro, cuello y escote, por eso se lo conoce como  “el lifting no quirúrgico”.
Tiene la capacidad de llegar a las capa más profundas de la piel –las mismas a las que se accede mediante una cirugía- y producir microfocos de coagulación que logran poner en funcionamiento las fibras de colágeno y estimular la formación de fibras nuevas.
En general requiere de una única sesión y los efectos tardan en aparecer de dos a tres meses, ya que desencadena la producción natural de colágeno.
Es indoloro y permite retomar las actividades habituales al terminar la sesión.